Cada torre representa a uno de los hijos, pilares fundamentales que sostienen el hogar con fuerza y amor. La fusión de las formas simboliza esa conexión indeleble y el apoyo mutuo entre ellos, juntos sosteniendo un espacio de protección y crecimiento.
La elección cuidadosa de materiales refleja ese equilibrio entre fortaleza y delicadeza, evidenciando cómo cada hijo aporta singularidad y unidad al mismo tiempo.
Cada volumen y contorno se potencian, revelando el carácter refinado y la esencia escultórica de la pieza: un manifiesto de lujo contemporáneo y sofisticación artística.
Esta obra es una reflexión visual sobre la importancia de la familia como núcleo esencial, donde cada integrante es un pilar irremplazable que mantiene vivo el hogar, un santuario en el que el amor, la confianza y la armonía florecen en permanente comunión.